
Había una vez un niño pequeñito. Aún era un bebé y no sabía decir nada excepto "mamá" y "papá".
Pero los ojitos, las manitas y piecitos del bebé ya sabían hablar. Y una noche, cuando el niño estaba acostado en su cuna, empezaron a discutir sobre quién era más importante.
"Nosotros somos los más importantes," afirmaban los ojos. "Sin nosotros, los pies no sabrían por donde ir y las manos no sabrían qué tomar."
"¡No, nosotros somos los más importantes!" objetaban las manos. "Claro que los ojos ven pero somos nosotros que jugamos con los juguetes."
"¡Ambos se equivocan, pues nosotros somos más importantes!" gritaron los pies. "En primer lugar, somos nosotros que vamos corriendo a donde se encuentran los juguetes."
Un duende mágico que vivía en el librero, lleno de cuentos de hadas, junto a la cuna del bebé, escuchó toda la discusión.
"¡Que tontuelos son todos ustedes!" les dijo. "¿No se dan cuenta que ustedes por sí mismos son inútiles?" Pero, todos unidos forman un organismo, ágil y fuerte. Y sólo son importantes si trabajan juntos para que el niño pueda correr, jugar y descubrir el mundo. A ustedes se les encomendó una tarea muy importante: proteger a este pequeño y ayudarle en todo lo que puedan. ¡Y aquí están todos ustedes discutiendo entre ustedes!"
Cuando las manitas, los piecitos y los ojos escucharon las palabras del duende, se avergonzaron mucho. Se dieron cuenta que TODOS eran muy importantes para el niño y eso los hizo muy felices. Nunca más volvieron a discutir, sino que fueron amigos y trabajaron juntos. Y el bebé creció y fue un niño grande y alegre. Porque en donde hay armonía y amistad, todos están felices y contentos.