
La sabiduría de la Cabalá es una herramienta científica para estudiar el mundo espiritual. Para explorar nuestro mundo, nos valemos de las ciencias naturales tales como la física, la química y la biología. Pero las ciencias naturales sólo estudian el mundo físico que percibimos con nuestros cinco sentidos.
Para comprender completamente el mundo en el cual vivimos, necesitamos una herramienta de investigación que pueda explorar la esfera oculta: aquella que nuestros sentidos no pueden percibir. Esta herramienta es la sabiduría de la Cabalá.
A pesar de que sus orígenes se remontan a tiempos ancestrales —a la época de la antigua Babilonia—, ésta permaneció virtualmente oculta de la humanidad desde que apareció hace más de cuatro mil años. De hecho, hasta la fecha, pocas personas saben realmente qué es la Cabalá.
Durante milenios se brindó a la humanidad una amplia variedad de servicios bajo el nombre “Cabalá”: hechizos, maleficios e incluso milagros. En realidad, se ha ofrecido todo menos el verdadero método de esta sabiduría.
La Cabalá no es misticismo, es una ciencia. Es una manera de conectarse directamente con eventos que nos parecen mágicos e insondables porque, en nuestro actual estado de conciencia, no entendemos cómo funcionan. Sería lo mismo que alguien llevara un encendedor a una tribu viviendo en un lugar apartado, donde nunca hubieran visto un artefacto de este tipo. Esta persona sería considerada como el “dios del fuego”, o alguna mística criatura que puede hacer que aparezcan llamas en sus manos. Esto significa que se trata simplemente de lo que está oculto y lo que está revelado.
La Cabalá no es magia. La magia implica el uso de Fuerzas Superiores ocultas para manipular a la gente, conseguir lo que se desea y obtener determinados resultados para beneficio personal en detrimento de otra persona. Sin embargo, es imposible conectarse con las Fuerzas Superiores a menos que el hombre cambie su naturaleza interior. El alcance dentro de la Cabalá es una cuestión de transformación interior y no existe la posibilidad de acercarse a esta fuerza sin ese requisito. Por lo tanto, lo que consideramos factores externos son simple imaginación, la realidad radica dentro de nosotros mismos.